El peligro emocional de compararte con otras personas

Lograr una autoestima sólida y fuerte es un proceso que puede requerir de años para tener éxito; podemos definir la autoestima como el grado de aprecio que una persona tiene por sí misma, principalmente se construye al darte cuenta de tus logros y cualidades, y de la capacidad que tienes por ti mismo de ser mejor cada día. Sin embargo, en la sociedad en que vivimos, cada vez es más difícil ser conscientes de nuestra propia identidad y valores, y más en esta cultura consumista y de apariencias en que vivimos.
Si eres de las personas que minimiza sus propios logros, o que siempre se desilusiona antes de intentar las cosas, puede ser que tu autoestima se encuentre por los suelos, y esto suele ser un verdadero problema cuando de adaptarse a la vida se trata. Entrar a redes sociales, por ejemplo, puede ser un desafío muy grande para las personas con baja autoestima, ya que una de las principales actitudes que toman, es empezar a compararse física o materialmente con "x" o "y" persona o influencer... "Tiene mejor cuerpo que el mío", "maneja un mejor automóvil que el mío", "tiene más seguidores y reacciones que yo", "de seguro la gente la quiere más de lo que me quieren a mí", "ha de tener mejor suerte en el amor", o "tiene mucho dinero y yo nunca podré ser como él (ella)". Esta clase de frases son totalmente autodestructivas, y más cuando te la pasas comparándote todo el tiempo con otras personas para formular tu autoconcepto.
Construir una opinión de ti mismo a partir de la opinión de los demás, es también un hábito enfermizo emocionalmente; cierto es que de pequeños nuestros padres son nuestro primer referente, pues ellos nos ponen un nombre, nos educan y forman de acuerdo a sus creencias y valores, nos enseñan a resolver nuestros propios problemas (o tristemente, a depender de ellos para solucionarlos). En este proceso "formativo", muchos padres de familia recurren a un viejo "truco" de crianza bastante dañino y perjudicial, esto es, comparar a sus hijos con otros niños, usando frases anquilosantes y egoístas como: "¿por qué no eres como tu hermano?", "¿ya viste que ese niño sí obedece y saca buenas notas?", "ojalá tú fueras como ella", y muchas cosas más por el estilo. Esta clase de frases, más que ayudar a corregir ciertos hábitos negativos, lo único que provocan es que los hijos se formen una idea negativa de sí mismos, que se hagan autoexigentes, obsesivos, ansiosos o perfeccionistas, y que dependan de los demás para poder tomar decisiones en el futuro. Así mismo, se llenan de infelicidad y un profundo miedo al rechazo por parte de sus padres, y en otros casos al aislamiento, la codependencia, depresión y hasta al suicidio.
Es entendible (pero no comprensible) que algunos padres de familia empleen -por ignorancia, compulsión a la repetición de ciertos patrones familiares, o simplemente, comodidad- las anteriores frases en la crianza de sus hijos... pero que tú mismo sigas repitiendo esa historia de comparaciones que tanto te ha lastimado y te ha hecho dudar de ti, es algo que necesitas cuestionar. No tienes por qué compararte con alguien más, eres un ser único e irrepetible, con cualidades y defectos propios, con una historia de vida particular que sólo tú conoces y sabes sus causas. Compararte con otras personas es algo que puede llevarte a una insatisfacción permanente, pues siempre estarás dependiendo de lo que otros hagan y digan para poder vivir tu vida. Por esta razón, mi recomendación es que te regales la oportunidad de conocerte y descubrirte, y darte cuenta de todo lo que eres. Acudir a psicoterapia es algo que puede ayudarte a dicho propósito, "no es para los locos", sino para quienes quieren evitar llegar a perder el control de sí mismos.
Psicólogo Enrique Pacheco
Universidad de Guadalajara